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Los conflictos en el aula

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Un conflicto es definido como aquella discrepancia entre dos o más personas, y que al tener opiniones o intereses distintos se genera el inconveniente porque todos buscan sus buenos resultados, y este puede visualizarse por medio de una discusión, un malentendido, una disputa, una pelea u otros. Tengamos claro que los conflictos no siempre involucran la violencia, ya que dependiendo del enfoque se pueden resolver de manera pacífica con mediadores, y no llega a ser un malestar en las personas. 

Cuando se resuelven de forma adecuada se obtienen beneficios, por ejemplo, construir relaciones más duraderas y sanas, se crean y descubren más herramientas para resolver los conflictos y se aprende más sobre nosotros mismos y las otras personas; para ello es importante entender por qué se producen y cuáles elementos influyen en su aparición.

Las razones que pueden existir para que un conflicto se desarrolle es particular; sin embargo, a nivel general tenemos los problemas de comunicación ante la falta o falla de esta habilidad, la discordia o diferencia de intereses donde cada persona busca su beneficio o cubrir su necesidad, cuando entre varias personas se difiere la opinión porque sus valores, creencias o costumbres son distintas, las desigualdades en los deberes o derechos de cada ser humano, y muchas más.

Por otra parte, entre los elementos que influyen en la aparicion de un conflicto podemos mencionar a las personas que son protagonistas de los acontecimientos, las percepciones del problema, es decir cómo lo interpreta cada uno, los intereses (lo que cada persona quiere y le da satisfacción) y los valores como la sinceridad, fidelidad, amistad, otros.

Visualizando el contexto de las aulas donde tenemos a nuestros estudiantes, la presencia de conflictos puede ser constante, según las intervenciones que se brinden cuando tienen opiniones diversas o incomodidades dentro del ambiente. Por ello, es vital que como adultos tomemos un papel activo y presente para ser mediadores, generar comunicación y empatía y no actos de violencia, o problemas mayores.

Muchos niños y jóvenes no tienen herramientas para expresar lo que piensan o sienten, no han desarrollado habilidades para resolver, para asumir consecuencias, para aceptar errores y manejar la frustración, de allí que surgen las disputas entre ellos, por no entender razones, ni saber escuchar.

Si enseñamos a que reconozcan las situaciones, que entiendan los motivos de sus enojos y que busquen alternativas para llegar a acuerdos, las soluciones irán llegando por medio de la negociación, la empatía, la buena actitud, la receptividad, y finalmente un consenso donde se intenta que ambas partes se beneficien y aprendan del conflicto.

No olvidemos que la comunicación es un elemento fundamental, se necesita entender y respetar las razones de los demás, los motivos de su comportamiento particular, no realizar falsas interpretaciones, comentarios fuera de lugar o bromas de mal gusto, así como tener precaución con las expresiones no verbales (tono de voz, posturas, gestos) que tienden a generar conflicto por las interpretaciones que hacemos, y más aún en niños o adolescentes que son más vulnerables o que se bloquean con más rápidez.

Finalmente, tengamos presente que las aulas de clase son espacios para el aprendizaje, para crear vínculos, para que los estudiantes se sientan tranquilos. No se podrán evitar las diferencias, molestias, los enojos y otros, pero sí es posible generar conciencia para que aprendan a resolver los conflictos sin lastimar a otros ni lastimarse ellos mismos. Es una tarea retadora pero posible de realizar, intentemos poner nuestro granito de arena.

Licda. Carolina Blanco Vargas

Psicóloga. Para consultas: 8846-7110

Carolina-bv@hotmail.com