#Opinion del director

Padre

Ser padre, ser un buen padre, ser un verdadero padre no se circunscribe únicamente a procrear hijos. Desde el momento que un hombre tiene conocimiento de que su semilla se hizo fértil en el útero de su pareja, debe tener muy claro, independientemente de cualquier situación en que se esté, que: debe estar preparado para dar amor y protección a ese nuevo ser humano que viene en camino y que lleva su sangre, y con el cual adquirirá una relación de por vida.

Desgraciadamente una cosa es lo que debe ser y otra lo que muchas veces es; la realidad no es un cuento de hadas y en esta relación padre e hijos hay mil y una situaciones diferentes y no siempre muy agradables. Por ejemplo, qué cosa más triste es ver a un pequeño viendo a su padre tirado en un caño, totalmente alcoholizado, o que lo vea esposado cuando se lo lleva la policía, o agrediendo a su madre o a él mismo y a sus hermanos; me imagino que entonces ellos sienten un enorme vacío porque ven que ese padre es muy diferente a los que tienen la mayoría de sus compañeros o amigos.

Nadie, por la vía biológica, puede escoger a sus padres ni tampoco nadie pide venir al mundo, pero lo cierto es que independientemente de cualquier circunstancia, todos los niños tienen el derecho de ser amados por sus progenitores, y eso es algo que no le cuesta a nadie ni un millón de dólares ni mil millones, porque lo puede dar el ser más pobre de la Tierra o el más rico, porque es un sentimiento, no un bien material. Ahí es donde uno no entiende, por qué no siempre es así.

¿Qué podemos decir sobre el amor? En realidad, uno cree que conoce el amor cuando se enamora, lo que generalmente termina en una unión o matrimonio, pero luego te das cuenta de que el amor tiene sus etapas, y eso pasa cuando nacen los hijos y sientes algo parecido pero a la vez diferente a aquel amor primero, porque descubres que aquello te llena el alma y te sientes dispuesto a cualquier cosa, incluso a entregar tu vida por ellos y luego, ni hablar de los nietos, que también generan un sentimiento maravilloso. Ahí es donde realmente te das cuenta de que si elegiste el camino de la familia, te guste o no, eso va a requerir un sacrificio del resto de tu vida, en aras de buscar el bienestar común y, en el caso de tus hijos, sacarlos adelante y entregarlos algún día al mundo lo mejor preparados posible, para que enfrenten ellos, el resto de sus vidas. Yo sé, no siempre es así, no siempre es culpa de los padres que no sea así, otras veces sí, pero es lo ideal, aunque a muchos les suene anticuado.

Ser padre no siempre es fácil. A veces crees que haces lo correcto y estás equivocado, en otras, estás haciendo lo correcto pero al frente no lo ven así; en muchos casos, después de décadas de sacrificio de una pareja por sus hijos, estos se van, se pierden, siguen sus vidas y no hay por qué sentirse mal, porque esa es la vida, así es, seguramente así les pasará a ellos mismos con sus hijos algún día, pero lo único que no se debería perder nunca es el sentimiento de amar y sentirse amado por los hijos, lo demás sobra.

Para este Día del Padre, quisiera aprovechar para felicitar a aquellos padres que más allá de las obligaciones normales deben asumir una milla extra para sacar adelante tareas más difíciles, como es tener un hijo especial, ante lo cual muchos cobardes salen en carrera dejando a las madres o a la asistencia social lo que ellos no tuvieron el valor de asumir. Por el contrario, y sirva la ocasión para felicitar a don José Francisco Cascante Mora, el papá de una chica muy especial, María José, porque aunque no haya tenido una relación cercana con ellos, los conozco desde hace tiempo y siempre los he visto juntos, sonriéndole a la vida, y se siente que hay un amor incondicional entre padre e hija que seguramente ha valido para enfrentar todo lo bueno y lo malo que el destino les ha deparado a lo largo del tiempo.

También valga la felicitación a aquellas mujeres, que ante la ausencia de un cobarde que no quiso asumir su responsabilidad, se han puesto al frente de sus familias, y de las que seguramente escribiré y pondré ejemplos en una próxima columna, para el Día de las Madres.

Para este Día del Padre no deberíamos preocuparnos por regalos, queques, cenas y todas esas cosas, sino por demostrarle afecto a nuestros hijos y recibirlo de vuelta, porque eso es lo que vale, lo demás sobra.  A todos los buenos papás, FELIZ DÍA DEL PADRE y un abrazo invisible para el mío, que está en el cielo.

José Francisco Cascante y María José, padre e hija, siempre juntos, amor de padre, amor de hija.

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