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Solamavi: Trabajo, fe y sabor

Delicias Solamavi cumple dos décadas de cautivar a cientos de coronadeños con el sabor propio de sus comidas rápidas.

Sonia, Laura, Mami y Viqui (Solamavi), uno de los negocios más exitosos y conocidos de nuestro cantón está cumpliendo 20 años de que ellas se lanzaron a la aventura de conquistar paladares, y las filas que se hacen en la ventanilla, y el salón lleno, son la mejor señal que lo han logrado. Pero ¿cómo nació esta historia de éxito?

Mucho trabajo, igual cantidad de fe y el haber creado un sabor especial que identifica sus productos son tres claves para entender el paso triunfal de Solamavi a través de los años; no obstante, todo tiene un inicio y Sonia Cruz que siempre ha llevado la batuta a la hora de tomar decisiones recuerda que sus inicios en una soda de comidas rápidas en los bajos del Salón Marabú fue una experiencia ruda, porque dice que le tocó aprender a la brava sí o sí, con más de una lágrima de por medio, allá por los inicios de la década de los 80. En ese entonces, su madre, doña Digna Cambronero, que trabajaba cocinando en el bar restaurante en ese mismo lugar, fue su gran ayuda y estímulo para que saliese adelante y también Laura quien llegó luego a trabajar en ese negocio.

Según cuenta Sonia y por motivos personales cortó para siempre con ese negocio y encontró una oportunidad en una franquicia de la Tortirica, ubicaba 150 metros al sur de la Santa Rita, en San Isidro, hasta que con el tiempo se hizo que Laura, Digna y Sonia, se juntaran en una soda en los bajos de Malex, adonde llegaron clientes que ya ellas tenían de su primer trabajo. Ahí fueron tomando fuerza y dándose a conocer hasta que llegó el momento en que les surgió la oportunidad de la vida, cuando un local ubicado a los 50 metros de donde ellas trabajaban y en el que había una empresa de comidas mexicanas quedó vacío, y su dueño, el recordado Víctor Quesada (Don Chito), se los ofreció para que iniciaran su propio negocio poniéndoles en bandeja su destino.

“Eso fue un saco de nervios, porque nos dio temor el cambio, no teníamos nada, ni instrumentos ni capital ni nada, sin plancha ni freidora, fueron días de mucha angustia, recuerdo que el padre Rigoberto Barboza nos llegó a dar la bendición y 15 días después, que pudimos comprar la plancha y con un freidor regalado empezamos, con algunos muebles que ya tenía el negocio”.

Fue así como, ahora con el nombre de Solamavi, se tiraron al agua y resultaron muy buenas nadadoras; empezaron a crecer y crecer, de tal forma que el negocio se les hizo pequeño y hasta el Ministerio de Salud empezó a advertirles que requerían un negocio más amplio. Y es que, el sabor diferente de las tortas y de la mayonesa fueron dos de los aspectos que fueron conquistando más y más el paladar de los clientes.

En este grupo familiar siempre doña Digna fue la que llevaba las cuentas y se encargaba de lo administrativo, mientras sus hijas atendían el negocio; no obstante, en el 2019 mami, con casi 80 años de edad, decidió entregarle las riendas a Sonia y un año después les apareció la oportunidad de pasarse de local, otra vez, ahora 75 metros más arriba en un establecimiento más amplio, que recibió la bendición del padre Carlos Manuel Jiménez y donde permanecen hasta el momento.

“Fue una decisión difícil, y también nos dio miedo, pero la gente nos siguió. El cambio resultó un éxito completo y empezó a llegar más y más gente, hasta que cayó la pandemia y por un tiempo tuvimos que jugárnosla con el exprés”, pero lograron superar el trance y tras la pandemia recobraron su ritmo exitoso.

Debido a los quebrantos de salud que ha sufrido en los últimos años, Sonia se encarga ahora solo de lo administrativo, aunque si es necesario llega a colaborar con sus hermanas. Ellas siguen trabajando al día, sin pensar mucho en el futuro y poniendo todo su empeño en el presente y toda la confianza en Dios.

“Después de casi dos décadas de trabajar parejo, ahora cerramos los domingos y tenemos vacaciones en Semana Santa y a finales de diciembre, con lo que hemos mejorado un poco nuestra calidad de vida”, nos dice Virginia (Viqui), quien afirma que la hamburguesa es su producto estrella por el sabor original de Solamavi.

La familia se completa con los otros hermanos, Lorena que llegó después y todavía trabaja con ellas, y Rodolfo, que ya se pensionó.

Y así dejamos a las hermanas Solamavi, que tienen una memoria privilegiada para recordar lo que piden uno y otro cliente: “con cebolla, cruda o cocinada, la otra sin cebolla, la empanada arreglada, no me le pongan mayonesa, la mía con muchas salsas, la que no tiene cebolla lleva un palito, y así se pierden en la noche las voces frente a la popular ventana, mientras el inigualable aroma del lugar inunda el ambiente bastantes metros a la redonda y este negocio sigue funcionando gracias a una fiel y creciente clientela y al amparo de Dios.

Sonia y Virginia Cruz a los lados y al centro la madre, Digna Cambronero, que junto con Laura (en foto aparte) conforman la exitosa SOLAMAVI.

Este anuncio fue publicado hace 20 años, cuando las Solamavi se lanzaron solas a una empresa que hoy es todo un éxito.

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