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Crónica de una contaminación ignorada

Aguas negras de dudosa procedencia ponen en riesgo salud de vecinos.

Jean Carlo Arroyo Brenes

Para: El Coronadeño Hoy

A pocos metros de la emblemática Iglesia Católica de San Isidro de Coronado, una situación crítica se ha convertido en parte del día a día de varias familias vecinas. Lo que podría parecer un simple inconveniente de alcantarillado es, en realidad, un problema de salud pública que, según los testimonios, lleva más de tres años afectando la calidad de vida de toda una comunidad.

En medio de un entorno que históricamente ha sido tranquilo y apto para la convivencia, una familia coronadeña y varios vecinos colindantes enfrentan desde hace tiempo la persistente presencia de aguas contaminadas, olores fétidos y residuos en las aceras y drenajes. Aunque la fuente exacta aún no ha sido legalmente determinada, la situación ha sido descrita como «un deterioro progresivo de la calidad de vida», sin que hasta el momento se haya concretado una respuesta institucional efectiva y coordinada.

La señora Luz Zúñiga Solís, vecina de la comunidad desde hace seis décadas, ha sido una de las voces más persistentes en visibilizar la situación. Según relata, fue aproximadamente hace tres años y medio cuando comenzaron a detectarse fuertes olores similares a aguas negras, acompañados por líquidos jabonosos, aceitosos y en ocasiones con residuos fecales, que brotan por tuberías externas, bajantes y filtraciones del suelo.

“Las aguas negras ingresan directamente a nuestra propiedad y eso ha traído consigo plagas de moscas, infecciones, además de un deterioro estético y funcional del lugar. Antes disfrutábamos de estar en el patio, ver pasar las procesiones o escuchar música del parque. Hoy, simplemente no podemos”, comenta doña Luz.

El cambio en la calidad ambiental de la zona ha sido evidente. Aunque durante años coexistieron otros locales comerciales sin mayor conflicto, según indica Zúñiga, el inicio de los problemas coincidió con la apertura de un establecimiento de comidas en las cercanías. No se trata de una acusación directa, sino de una observación contextual reiterada por varios residentes.

Se han identificado, según los testimonios, tuberías instaladas de forma improvisada  -aparentemente para canalizar aguas pluviales- por las que, sin embargo, se reporta la salida de aguas negras. Estas bajan por la pendiente hasta la esquina oeste de la cuadra, impactando directamente a otras viviendas.

Institucionalidad sin contundencia

La comunidad afectada no se ha quedado de brazos cruzados. La familia Zúñiga, junto con otras personas de la zona, ha elevado múltiples denuncias y gestiones ante distintas instituciones: Municipalidad de Vázquez de Coronado, Ministerio de Salud, Defensoría de los Habitantes, entre otras.

No obstante, según indican los vecinos, las respuestas han sido lentas, fragmentadas e incluso contradictorias. En muchos casos, las instituciones aluden a la competencia de otras entidades, lo que ha generado una suerte de “ping-pong institucional”, donde las soluciones se diluyen entre trámites, burocracia y falta de voluntad política.

“Hemos recibido visitas esporádicas o promesas de seguimiento. Pero, en la práctica, nada cambia. El agua sigue saliendo, el olor sigue siendo insoportable y la salud de nuestras familias está cada día más en riesgo”, relata una de las vecinas afectadas.

Un documento oficial da cuenta de una gestión reciente. El 23 de mayo de 2025, la alcaldesa Yamileth Quesada Zúñiga envió una nota formal al Director del Área Rectora de Salud, Dr. David Morales Quirós, solicitando su intervención en el caso. La carta menciona textualmente la presencia de aguas residuales que brotan por una acera cercana a un local comercial, advirtiendo los peligros que ello conlleva para la salud y el ambiente

Afectaciones múltiples

El impacto de este problema no es únicamente olfativo o visual. Las aguas negras representan un riesgo tangible para la salud humana. Según datos del Ministerio de Salud de Costa Rica, el contacto o exposición prolongada a aguas contaminadas puede desencadenar infecciones gastrointestinales, respiratorias y dérmicas, además de facilitar la proliferación de vectores como moscas y roedores.

En la familia Zúñiga ya se han reportado episodios de malestares estomacales, lo cual incrementa la preocupación ante una exposición crónica sin solución a la vista. Además, los costos asociados a limpiezas, reparaciones, control de plagas y la posible devaluación del inmueble generan una afectación económica significativa.

A pesar del desgaste emocional y del sentimiento de abandono por parte del aparato estatal, los vecinos no han renunciado a buscar justicia ambiental. Incluso se ha intentado organizar una denuncia colectiva que visibilice la situación como un problema comunitario y no aislado.

“Nos sentimos desamparados. Hay protocolos, leyes y reglamentos, pero en la práctica, cuando un vecino humilde quiere hacer valer su derecho a un ambiente sano, todo se vuelve un laberinto”, expresa doña Luz con visible frustración.

El artículo 50 de la Constitución Política de Costa Rica garantiza el derecho de todas las personas a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Asimismo, la Ley General de Salud (Nº 5395) establece como deber del Estado evitar la exposición de la ciudadanía a condiciones insalubres. Sin embargo, en este caso, ese principio se percibe como letra muerta.

¿Quién responde?

Este reportaje no pretende emitir juicios legales ni señalar culpables sin el debido proceso. Pero sí hace un llamado firme y urgente a las autoridades competentes. El cantón de Vázquez de Coronado merece respuestas técnicas, legales y humanas. No es aceptable que en pleno centro urbano las aguas negras recorran calles y patios sin que nadie asuma responsabilidades claras.

El caso de doña Luz y sus vecinos no debe caer en el olvido. Hoy es su casa; mañana podría ser la suya. La contaminación ambiental no discrimina, y el abandono institucional tampoco.

De esta forma, las aguas con mal olor invaden la propiedad de doña Luz Solís, ubicada en el centro de San Isidro.

Parte de la problemática con las aguas, que en apariencia no son bien tratadas.

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