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La drogadicción preocupa y ocupa

Crear posibilidades de rehabilitación para la gente atrapada en ese infierno, es urgente.

Se requiere de muchas manos para procurar una buena solución a este problema. (Foto de archivo)

El problema del consumo de drogas, incluido el alcohol, es un mal que afecta a la sociedad y que más que preocuparnos debe ocuparnos en buscar una solución. El asunto de su tráfico corresponde a las autoridades, pero el de la rehabilitación es un tema que involucra a toda la sociedad, incluidas población civil e instituciones del cantón, porque es algo que no se puede ignorar.

Cada vez, por las diferentes calles del cantón se ven más y más indigentes, y la forma cómo abordar este problema social enfrenta a quienes tratan de ayudarlos materialmente ante los que consideran que las ayudas solo aumentan su número, y que se debe buscar una solución integral al problema. No obstante, los conocedores del tema dicen que debe existir un lugar donde, a quienes quieran restablecerse, se les estabilice y se les dé terapia, y una casa media en la que ellos puedan estar mientras se reincorporan a la sociedad, al trabajo y a la familia.

La existencia del centro Hogar Salvando al Alcohólico, dirigido por la Asociación Autogestores de Coronado, ubicado en la Cuesta de los Cedros, carretera a San Rafael, es una alternativa para tratar de rescatar personas atrapadas en las redes de la adicción, pero se queda corta ante la magnitud del problema, porque en primer lugar deja por fuera  a muchos que no tienen el dinero para pagar su ingreso (¢250.000), y también porque de los que se egresan de este centro, muchos vuelven a la calle y recaen, al no tener un apoyo que les permita un lugar seguro mientras se reincorporan a la sociedad.

Eduardo Gamboa, quien vivió 32 años en adicción, 17 de estos, en indigencia (ver nota aparte), afirma que lo que se hace en los alrededores de la Parroquia de Coronado, donde algunas personas les llevan comida a los indigentes “es una obra de muy buen corazón, pero darle de comer a un adicto y que siga en la calle es alimentarle la adicción. Darles de comer sin ningún tipo de inducción al cambio, que siembre en ellos la actitud de dejar la droga y mantenerse por sus propios medios, solo es darles fuerzas para que sigan consumiendo”.

Por otra parte, en el Hogar Coronado justifican el cobro por el ingreso en que, aunque reciben ayudas de instituciones, como la Junta de Protección Social, ellos deben sufragar cerca de un 50% de sus gastos totales.

José Francisco Cascante, presidente de la junta directiva del Hogar, explicó que ahí las personas con problemas de adicción entran por un mes y según el equipo interdisciplinario: trabajo social, doctor, enfermera, consejero en adicciones, determinan si está capacitado para ir a la calle, y si no, entonces se habla con la familia o el mismo IAFA y se le da un mes más.

Cascante explicó que los ¢250 mil que se cobran hay que desmenuzarlos en los pagos que la Asociación debe asumir, y que “con lo que nos da la Junta de Protección Social, se paga algunos de los trabajadores de administración, y casi toda la alimentación”, pero detalló que desde la pandemia al día de hoy, lo que reciben de la JPS se les ha recortado casi en un 50%.

“Uno quisiera que la gente entrara casi gratuitamente, pero es imposible sostener esta estructura; acá ellos se despiertan desde las 5 de la mañana y tienen terapia de 7 de la mañana a 5 de la tarde.

En una reciente visita al cantón, de personeros de la JPS, abordamos el tema con Edgar Díaz, gerente de Desarrollo Social de esa institución, quien nos manifestó que “en la Junta de Protección Social apoyamos a todas las organizaciones que se acercan a nosotros. No somos precursores de organizaciones ni tenemos propias, nuestra ley no lo permite, somos una organización que financia proyectos”, y agregó que ese financiamiento no es a un 100%, sino como un apoyo a la gestión cercano a un 40 o 50% de los gastos que pueda tener una organización de este tipo. Para lograr estas ayudas, hace falta contactarlos y cumplir con los requisitos que se piden, como ser una organización debidamente conformada, con junta directiva, cumplir con los requisitos que la ley le pida a una asociación, además debe tener una estructura administrativa seria, responsable, y tener un programa fijo, establecido, un programa de trabajo que es revisado por los trabajadores sociales de la JPS. Deben tener también los permisos del IAFA si es para farmacodependencia, y si fuera el caso del Ministerio de Salud, si se tuviese que hacer una revisión de las instalaciones.

Largo camino

El Hogar Salvando al Alcohólico empezó en un local en San Isidro, ubicado por los semáforos del Velasuman, 25 metros al oeste, donde antes estuvo la Unidad Sanitaria de nuestro cantón, hoy un terreno abandonado. En ese centro se recibía a personas que llegaban en muy mal estado de la calle, y se trataba de ayudarlos a rehabilitarse, o por lo menos de estabilizarse antes de volver a la calle. El lugar se cerró porque el Ministerio de Salud lo declaró inhabitable y luego, un incendio consumió la estructura. Cascante, quien con otras personas también estuvo allí como uno de los precursores, recuerda que el problema fue que “en ese Hogar, se nos vino la adicción pura y se hizo más difícil; ahí hacíamos lo que se conoce como abrir la puerta de atrás, tratando de ayudar a todos, pero la situación se volvió insostenible”. 

Los que conocen del tema afirman que hace falta un lugar para quienes llegan en estado crítico de la calle, estabilizarlos y establecer si son sujetos de pasar a un centro de rehabilitación temporal, y de ahí, a lo que se conoce como “casa media”, donde las personas que se están rehabilitando pueden quedarse mientras consiguen trabajo y empiezan a generar los recursos y a seguir los pasos para su rehabilitación y reincorporación a la sociedad y la aceptación por parte de sus familias.

Para Gamboa, quien dice que se graduó en la Universidad de Costa Rica, como Consejero en Adicciones, las estancias de 30 días son procesos demasiado cortos por la complejidad de la enfermedad de la adicción, por lo que muy pronto el usuario recae, de ahí la importancia de la casa media (ver nota aparte).

Soluciones

En días pasados, la alcaldesa de Coronado, Yamileth Quesada, visitó el Hogar y les explicó que en el Código Municipal hay un artículo que le permite a la Municipalidad sacar fondos para este tipo de situaciones.

Se trata del artículo 4, inciso J, de dicho código que se fundamenta en que la “Municipalidad posee la autonomía política, administrativa y financiera que le confiere la Constitución Política”, que incluye dentro de sus atribuciones: inciso J: Crear los albergues necesarios para la atención de personas en situación de abandono y situación de calle”.

También el Instituto Mixto de Ayuda Social dio un curso sobre “Reducción de daño en el habitante de calle”, y pretendían que todos los gobiernos locales adoptaran ese programa, pero no se volvió a saber nada de eso. Gamboa asegura al respecto que “no hay interés ni voluntad política para entrarle a esta problemática que sigue creciendo y creciendo cada vez más”.

Para José Cascante, lo ideal sería “hacer en uno mismo las dos cosas, habitantes de calle en condiciones decentes y casa media con terapia y oportunidad de trabajar y, al parecer, ya existe un lugar en que se podría hacer realidad dicho proyecto.

Otra posibilidad es poder construir el albergue, en el mismo lugar donde estuvo antes que se incendiara, y que pertenece al Ministerio de Salud. En ese particular, ya en el 2020 el Concejo Municipal había aprobado en forma unánime una moción presentada por los regidores José Barboza y Joaquín Calvo, para que la administración y el Ministerio suscribieran un convenio para la utilización del terreno mencionado, como albergue temporal; eso en el contexto de la pandemia, pero que ahora se podría retomar para empezar a darle solución al problema que enfrenta Coronado, actualmente.

Darle de comer a un adicto, sin ningún tipo de inducción al cambio, es alimentarle la adicción. (Foto de archivo)

Mejores instalaciones

En el Hogar Coronado celebran que con una partida de ¢32 millones se pudieron construir tres consultorios: médico, de trabajo social y de psicología, bien equipados y cómodos, con los que se brindará una atención especial para los beneficiarios de este centro.

Edgar Díaz, de la JPS, afirmó que “ahora tanto profesionales como usuarios tendrán un espacio adecuado y digno para, por un lado, realizar su trabajo y por el otro recibir la atención”.

Por su parte José Cascante, presidente del Hogar, expresó que “esto es un aporte muy grande para nuestro proyecto, ya que los consultorios que teníamos, que en su tiempo eran bodegas, ya tenían órdenes sanitarias, lo que nos tenía contra la pared; de hecho,  teníamos 15 años de esperar poder hacer este proyecto que hoy es realidad”.

Con estos tres nuevos consultorios, el Hogar brindará una mejor atención. De izq. a der. Ronald Pérez y José Cascante, administrador y presidente del Hogar, y Edgar Díaz, de la JPS.

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